lunes, 20 de julio de 2009

Capítulo 1 El encuentro

En un abrir y cerrar de ojos tienes 5 años, vuelves a abrir y cerrar los ojos, te ves envuelta  en la edad de 10 años, y en este último abrir y cerrar de ojos me encuentro en la edad de las decisiones 17 años, tengo 17 años. Mi madre y yo nos mudamos muy de vez en cuando por su trabajo y esta vez nos hemos tenido que mudar a California, por negocios. Ahora mismo estamos en el aeropuerto esperando a que salga el avión y hablando de nuestras cosas.

-¿Mamá alguna vez nos quedaremos en un sitio para siempre?
-La verdad es que no lo se bien del todo, cariño.
-Por una vez me gustaría quedarme en algún sitio.

Mi madre se quedó pensando en que contestarme:

-Eh...hija, vamos, que dentro de un rato el avión va a despegar.
-Vale mamá.

Fuimos caminando hasta la puerta de embarque, pasamos y entramos en el avión.
La azafata como siempre nos dijo:

-Buenos días.

Y nosotras le contestamos:

-Buenos días.

Mi madre estaba buscando los asientos del avión, y como siempre no los encontraba.
En ese momento dijo, agobiada:

-Hija por favor, ayúdame.
-De acuerdo mamá, pero... tienes los asiento delante tuya.

Mi madre, avergonzada, dijo:

-Pero si ya lo sabía... Solo quería asegurarme de que lo supieras tú.

Y me dije a mí misma "Si mamá, lo que tu digas."
Estuvimos volando en avión durante 2 largas horas.
Mi madre estaba cansada se quedó dormida en mi hombro. Me hacía recordar cuando era niña y me quedaba yo dormida en el hombro de mi padre.
De repente, oí un maullido que provenía del pasillo del avión.
Miré y vi un gatito persa con los ojos de color verde. Lo encontré solo, sin dueño y lo cogí. Acariciándolo durante un buen rato se quedó dormido en mi regazo. Ya aterrizando, después de esas largas horas que se me hicieron eternas, el gatito se despertó y empezó a jugar con la rebeca de lana que mi abuela hizo a mano para mi madre. Como vi que el gatito era de color marrón y era muy gordito le llame “Arena.” Y aprovechando que en mi diario había de decoración un lazo de color rojo se lo puse. Le quedaba fenomenal, era una monada. En ese momento mi madre se despertó y me dijo:

-Megan, ¿Qué haces con ese gatito tan lindo?
-Me lo encontré en el pasillo del avión, cuando tú estabas dormida como un tronco.
-Oye si no tiene dueño podrías…
-¡Sí! Por favor, mamá.
-Espera todavía no me has dejado terminar cariño.
-Vale mamá.
-Podemos quedárnoslo, pero si no tiene dueño. Si tiene, lo siento.
-Vale, (ojala no tenga dueño, por favor).

Bajamos del avión y fuimos caminando por el aeropuerto, hasta salir a fuera y pedir un taxi para ir a la casa que mi madre había comprado en Internet. Y justo al salir del aeropuerto sale un chico moreno, joven como yo. Aparentaba mi edad y sus ojos eran azules como el zafiro. Me quedé embobada mirándolos, y él era impresionante: fuerte y alto. Se acercó a mi y me dijo:

-¡Hola! Encantado, me llamo Peter, Peter Swan.

Se me quedó mirando, y se me corto la respiración. No podía respirar, era increíble que se me quedara mirando
Mi madre se acercó a él y le contestó:

-Hola encantada, soy Lena Cooper, y esta es mi hija Megan.

Yo estaba súper avergonzada. Se me notaba los cachetes rojos como tomates de la vergüenza. Y él con una sonrisa que enseñaba sus dientes blancos como la nieve le contestó a mi madre:

-¿Sois de aquí? Nunca os había visto.
-No, somos de los Ángeles, vinimos aquí por mi trabajo.
-Ah, entiendo. ¿Y tú a que instituto vas a ir?
-Pues… la verdad, no se, mi madre es la que lo sabe.
-Va a ir al del centro de la ciudad.
-Que bien yo también voy a ese instituto.
-Ah… pues a lo mejor nos toca en la misma clase.
Dije sin mucho entusiasmo.
-Si, sería divertido je, je.
Sonrió. Y yo dije, más para mí misma que para él:
-Si, divertido…

Después de esta conversación rara, al menos para mí, él me dijo:

-Bueno, en verdad me acerqué para decirte que ese gato es mío.
-Ah… -Conteste con desilusión-. Pues… toma.
-Es que trabajo en una tienda de animales.
-Ah, pues, ¿cuánto cuesta? Porque me encanta.
-Bueno por ser tú te lo regalo, cuídalo bien.
Con alegría le conteste:
-¡Si! No te preocupes muchas gracias, Peter.
Y él como siempre con esa sonrisa de niño bueno me dijo:

-Pues… ya nos veremos Megan.
Y un poco harta de su sonrisita le conteste:

-Si, ya nos veremos…
Mi madre ya estaba dentro del taxi cuando me estaba despidiendo de Peter.
La verdad, me parece un buen chico. Bueno después de una trayectoria larga en el taxi, y también cara, por fin llegamos a casa. Se le podría decir así (por ahora). Al bajar del taxi, vi aquel chalet enorme; con piscina, hamacas, etc.
¡Era de ensueño! Entramos a la casa y era como vivir en un hotel. Y le pregunte a mi madre:

-Mamá, ¿Cuánto te ha costado esta casa?
-Eso no importa ahora, lo que importa es, ¿Te gusta? -Pregunto mi madre con una sonrisa de mejilla a mejilla-. Claro mamá como no.







-Mamá, es fantástica, creo que me voy a acostumbrar muy rápido je, je.
-Si, aunque, cariño… tengo que confesarte algo…
Yo, intrigada por lo que me iba decir, la miré y estaba como triste o decepcionada de ella misma. Y le pregunte:

-Mamá ¿estás bien?, me estas asustando.
-Es que… tengo un nuevo novio hija.
Me quede en blanco, no sabía qué hacer, y solo se me ocurrió ir corriendo hacia la habitación más lejana que había en la casa.
Mi madre me dijo gritando:

-¡HIJA NO TE PONGAS ASI! ¡TENGO QUE EMPEZAR UNA NUEVA VIDA!
Yo sin poder controlarme le conteste:

-¡PAPÁ ES EL ÚNICO PADRE QUE QUIERO TENER!

Dije llorando descontrolada. Mi madre echa un desastre (igual que yo) se fue a su habitación dónde empezó a deshacer las maletas y a colocar todo. Yo sin que mi madre se diera cuenta, salí de mi cuarto hacía la puerta. La abrí y salí corriendo hacía un videoclub, viejo y cerrado que estaba enfrente en unas calles más a bajo. Las horas pasaban no sabía que estaba haciendo mi madre, aunque en ese momento no me importaba mucho. De repente oigo una voz de un chico, miré y era Peter, Peter Swan.
Me vio llorando y me pregunto:

-Megan , ¿Qué haces aquí sola sin nadie?¿Que te pasa?
Bueno la verdad que no tuve más remedio que contárselo. Después de un rato, terminé de contárselo. Y me dijo:

-Tranquila no pasa nada a mi me paso lo mismo con mis padres.
Me consolaba muy bien, cada vez estaba mucho más relajada.
De pronto me abraza con una ternura increíble, me quedo tan a gusto, que no le suelto ni por dios. Nos quedamos un buen rato juntos. Hasta que empezó a sonar su móvil. Nos quedamos un poco cortados. Y él empezó a hablar por su móvil. Creo que estaba hablando con la madre, por que parecía que estaban discutiendo. Yo no quería interponerme, porque como hablaba bajito pensé que lo hacía por mí. Le dije a Peter:

-Oye, mañana nos vemos en el instituto ¿vale?
Él rápidamente contesto:
-Vale pero ¡ESPERA! Dame tu número de móvil para llamarte.
Y yo con mucha vergüenza le di mi número de móvil y él me dio el suyo.
Y así con tan solo una mirada nos fuimos alejándonos hacía nuestras casas.
Continuára…

3 comentarios:

Paola López dijo...

Muy bien Marta! :)
Pero ya sabes, antes de publicar una entrada, deja Q yo la revise... ok?
Sigue asi, Q esta muy bien.
Espero impaciente el proxm. capitulo =)
Besos!

Anónimo dijo...

me has dejado super picada con eso....esta super tu historia........publoca pronto!!!

Cris dijo...

Se salee!! Bueno ya me lo habias contado en clase pero =! XD ya leí el otro tambien a ver si lees el mio ^^